El flujo de caja: herramienta vital para monitorear el crecimiento empresarial

Si bien el concepto flujo de caja es conocido y entendido por las grandes compañías y corporaciones, para las pequeñas y medianas empresas puede llegar a ser abstracto y poco familiar.

Conoce la importancia de monitorear el flujo de caja.

Los empresarios de compañías de tamaño medio viven, infortunadamente, inmersos en garantizar el correcto desarrollo de la operación, invierten mucho tiempo en la actividad comercial, de producción o técnica y en la administración del recurso humano, entre otros temas, y descuidan con frecuencia la actividad gerencial que se reduce a la revisión periódica de informes contables.

A propósito del informe contable, en la pequeña empresa escasamente se reconocen el balance general y el estado de resultados como las herramientas base para la toma de decisiones. Si bien dan una luz de los resultados de la actividad, muestran la información de una forma estática, sin profundizar en los aspectos internos que se relacionan con la generación de la misma. Esto dificulta la toma de decisiones asociada al crecimiento, el reparto de utilidades y la posibilidad de financiación.

El significado del flujo de caja, su estructura y la relevancia que toma en el momento de analizar los resultados son importantes para cualquier empresa. Según Héctor Ortiz Anaya y Diego A. Ortiz Niño, en su publicación Flujo de caja y proyecciones financieras con análisis de riesgo, “el flujo de caja es un estado financiero básico que presenta, de una manera dinámica, el movimiento de entradas y salidas de efectivo de una empresa, en un período de tiempo y la situación de efectivo, al final del mismo período”. Esta simple definición revela que a diferencia del balance general y el estado de resultados, que presentan datos estáticos de un período de tiempo determinado, el flujo de caja permite conocer la dinámica interna de la organización y el dinero que efectivamente queda para cubrir los siguientes cuatro propósitos :

  1. Reponer el capital de trabajo.
  2. Atender el servicio a la deuda.
  3. Atender los requerimientos de inversión para reposición de activos fijos.
  4. Repartir utilidades entre los socios de acuerdo con sus expectativas.

Así, una adecuada gestión que soporte una correcta proyección del flujo de caja, permitirá al empresario determinar la capacidad de la empresa de atender todas sus obligaciones y generar riqueza a sus accionistas.

El cálculo del flujo de caja se puede realizar de diversas formas, según la fuente de información con que cuente la empresa y la calidad de la misma. El método del flujo de caja libre es quizá el de mayor reconocimiento gracias a que representa una de las metodologías más reconocidas en la valoración de empresas.

El cálculo del Flujo de Caja Libre –FCL¬– parte del resultado de caja operacional, es decir, del Ebitda (o utilidad antes de intereses, impuestos, amortizaciones y depreciaciones), o sea, la utilidad generada por la empresa y que en realidad se convertirá en efectivo.

Esto se obtiene de la construcción del estado de resultados de la compañía partiendo de la utilidad operacional y sumándole a esta el gasto por depreciación y el gasto por amortización que son, simplemente, erogaciones contables.

Dado que la pretensión del flujo de caja es conocer la cantidad de dinero con el que contará la empresa al final de un ejercicio, al Ebitda se debe restar el valor del pago de los impuestos porque estos sí corresponden a un pago efectivo que la compañía debe realizar. Así se obtiene lo que se conoce como Flujo de Caja Bruto -FCB-.

Obtenido este resultado, es indispensable conocer cuánto dinero se requiere para atender las necesidades propias de la operación; en palabras técnicas esto se conoce cómo reposición del capital de trabajo porque si bien todo negocio o empresa genera ventas de forma permanente, estas no necesariamente serán pagadas de manera inmediata. A los clientes –por lo general– se les otorgan plazos de pago y mientras dicho dinero ingresa, la compañía debe cancelar sus obligaciones (arrendamiento, servicios públicos y nómina, entre otros). Lo mismo sucede con el inventario porque independientemente de que los clientes hayan pagado de contado o se les otorgue plazo, la empresa requiere comprar materia prima e insumos para continuar con la producción (esta afirmación no aplica para las compañías prestadoras de servicios).

Por último, al igual que la empresa otorga plazos a sus clientes, sus proveedores pueden otorgar prórrogas, lo que significa cierta disponibilidad de apoyarse en esos pagos que aún no se deben cumplir y usar dicho efectivo para cubrir otras obligaciones. La diferencia resultante entre las cuentas por cobrar que quedan pendientes, más los requerimientos de inventario, menos lo que se financia en proveedores, es exactamente la reposición de capital de trabajo.

Después se determinan las necesidades de inversión, para el caso de algunas compañías corresponden simplemente a la reposición de activos que han quedado obsoletos y se remplazarán para garantizar el correcto desarrollo de la operación. Para otras, este valor puede incluir nuevas inversiones que aumentan la capacidad instalada, de forma que se soporte el crecimiento de la operación. En ambos casos la inversión deberá ser cubierta, al igual que la reposición de capital de trabajo, por el Ebitda generado.

El resultado final que se obtiene de restar al Ebitda tanto la reposición de capital de trabajo como la de activos fijos o nuevas inversiones, es lo que se conoce como Flujo de Caja Libre –FCL–. Ortiz Anaya y Ortiz Niño mencionan al respecto que “el flujo de caja libre antes de financiación permite cuantificar la cantidad de financiación que se necesita y planear cuales son las fuentes más idóneas”.


Utilidad operativa

+

Amortizaciones y depreciaciones

=

Ebitda

-

Impuestos

=

Flujo de Caja Bruto

-

Reposición de capital de trabajo

-

Reposición de activos fijo y nuevas inversiones

=

Flujo de Caja Libre


Esta definición permite concluir que un resultado negativo en el flujo de caja libre se asociaría con los requerimientos de financiación de la empresa, bien sea para soportar la continuidad de la operación (lo que debe ser revisado desde lo gerencial y lo estratégico) o para llevar a cabo planes de expansión específicos. Ahora bien, la interpretación de un resultado positivo invita a concluir que la compañía se encuentra en una situación de favorabilidad en la que no solo está en capacidad de soportar un plan de crecimiento determinado, sino también de atender las obligaciones inherentes a la adquisición de pasivos y dejar un remanente para retornar a sus accionistas.

El valor del flujo de caja como herramienta de gestión es muy alto, por eso el empresario debe implementarla para apoyar la toma de decisiones y el direccionamiento de la organización en la vía correcta.

Escrito por:
Clara Lucía Zapata Cuartas
Analista de inversiones

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