Iniciar sesión - Registrarte
Diagnóstico empresarial
Biblioteca empresarial
¿Usted contrataría como consultor de su empresa a un profesional que le dijera que su organización es un símbolo de la ineptitud corporativa y la explotación laboral? Quizás la primera reacción es decir que no, pero muchas veces tener quien nos diga qué están pensando nuestros clientes y competidores, por malo que sea, nos ahorra un largo camino de pérdidas económicas y de reputación.
Pues ese es el caso de Simon Zadek, un reconocido asesor en el campo de la sostenibilidad y miembro del Instituto Global de Crecimiento Verde y el Instituto Internacional de Desarrollo Sostenible, quien fue contratado por Nike para trabajar la estrategia de sostenibilidad.
Él desarrolló con el equipo de trabajo de Nike un plan por etapas, en primer lugar los invitó a no negar la realidad, a reconocer y a reflexionar sobre sus resultados y reputación, pues quien hace conciencia sobre sus problemas y quiere cambiarlos, se abre a la posibilidad de hacer las cosas de manera diferente y tener soluciones.
Cuando estamos pensando en desarrollar una estrategia de responsabilidad social corporativa debemos pensar en cómo integrar los temas sociales y ambientales para darle valor a nuestra organización, cualquiera sea la actividad que realizamos. Pero antes de mirar qué vamos a resolver afuera, es indispensable revisar cómo estamos aplicando esa filosofía al interior de nuestras prácticas empresariales.
La responsabilidad social corporativa puede servirle a una organización para ser admirada o, como se dice popularmente, para pasar del anonimato al desprestigio. Pues si salimos a pregonar el cambio que no podemos aplicar en nuestro diario vivir, es muy difícil que lo hagamos bien en otros ámbitos.
¿Cómo ha sido nuestro recorrido en responsabilidad social?
Colombia es un país con una larga trayectoria privada en inversión social, desde la primera mitad del siglo pasado las empresas promovieron la creación de gremios y de organizaciones sociales para que participaran en la solución de las múltiples necesidades de la mayoría de la población, en temas como salud, alimentación, educación y emprendimiento entre otros.
Podemos decir que en los años sesenta y setenta las empresas realizaron una inversión social concentrada en la financiación de entidades sin ánimo de lucro, además consideraban como parte de su aporte social los salarios a sus empleados, los beneficios laborales asociados a los contratos de cada trabajador y extendidos a sus familias, el pago de impuestos al Estado, las donaciones puntuales que hacían a personas y a organización y los aportes de mecenazgo para la educación y el arte.
En las décadas de los ochenta y noventa se empezó a trabajar en mejorar las condiciones de vida de los empleados, en desarrollar programas al interior de las empresas como construcción y mejoramiento de vivienda, becas de estudio, programas de salud propios, supermercados y proveedurías, entre otros. A la vez se crearon la mayoría de las fundaciones empresariales o áreas de responsabilidad social que se encargaron de concebir proyectos para hacer inversión directa en comunidades vecinas o zonas vulnerables del país.
Y ya en el siglo XXI las empresas se han plateado cómo puede ser su aporte en la construcción de un país más moderno con políticas públicas de calidad para atender las principales necesidades sociales. Y a su interior aplican el concepto de sostenibilidad en la cadena de valor, se preocupan por identificar y atender a sus grupos de interés y acoger los lineamientos de los organismos internacionales que hablan de derechos humanos, practicas anticorrupción, respeto por políticas de libre mercado en calidad, precio y políticas comerciales.
Ha sido un camino interesante en el que paulatinamente se han abandonado prácticas que reemplazaban al Estado, para diseñar alianzas público privadas que garanticen la inversión de largo plazo, la medición de los impactos y la réplica de las mejores prácticas.
¿Cómo enfocar nuestra estrategia de responsabilidad social?
Seguramente en su compañía se preguntan sí es una tarea corporativa vincularse con la solución de un problema social o ambiental, o concentrarse en generar conciencia sobre una causa. Pero quizás no tenga que pensar en escoger, sino indagar qué problemáticas de su entorno son afines con su negocio. Usted conoce a fondo el tema, sabe dónde intervenir, cuál es la línea de base sobre la que se va a actuar y quiénes son sus posibles aliados.
También puede revisar un enfoque con perspectiva territorial, identificar los actores que pueden intervenir en generar mejores condiciones sociales y ambientales en el territorio en el cual desarrolla sus negocios y proponer alianzas de largo plazo para lograr transformaciones locales, regionales o nacionales.
Las estrategias pueden ser pensadas como una ejecución directa de la empresa cuando se tiene la capacidad operativa y financiera para gestionar y dirigir un proyecto, o puede llevarse a cabo en alianza con organizaciones sin ánimo de lucro, gremios o con el sector público.
¿Cómo empezar?
Acercándose a los conceptos generales de la responsabilidad social, sensibilizando al equipo directivo y comprendiendo cuál es el compromiso a abordar. Una vez se tiene clara la intención y la certeza de que se va a asumir un compromiso serio con un cambio social o ambiental, se recomienda hacer un barrido para conocer la situación del entorno en términos de cifras, análisis de la situación a intervenir, construcción de una línea de base que incluya qué está haciendo el Estado, cuáles son las políticas públicas que rigen las obligaciones públicas y privadas y finalmente identificando cuál es el papel transformador que puede jugar una empresa para mejorar la situación problemática que se decide intervenir.
Ahora sí puede diseñar una estrategia de sostenibilidad y responsabilidad social en la que cuente con un plan de trabajo, una estructura de funcionamiento, un sistema de monitoreo de resultados y un proceso de comunicación dirigido a sus grupos de interés.
Con la convicción de que usted debe actuar en la prevención y atención de impactos sociales y ambientales de su negocio, ha dado el primer paso para que en la organización se active un sistema de responsabilidad social con múltiples beneficios para la empresa y su entorno.
Escrito por: Sandra Zuluaga